Semana política: siete días movidos a pesar del encierro
La cuarentena superó los primeros cien días. En la mayor parte del país, de a poco se regresa a la “nueva normalidad”, aunque algunas provincias avanzan algunos casilleros y luego retroceden de acuerdo a cómo suman o restan los infectados de coronavirus.
Sin embargo en la región denominada AMBA, ciudad de Buenos Aires y conurbano de la provincia, y en el Chaco, la situación sigue siendo delicada: estos lugares acaparan el 95% del virus que circula en la Argentina.
La curva de contagiados crece: a veces lentamente y otras más rápida. Aún no se sabe cuán lejos del pico estamos, luego de haber pasado los 3600 casos por día. El Covid-19 contagia y mata, no se rinde. Por ahora, el sistema sanitario argentino viene soportando y le da pelea.
Los que cada vez soportan menos son aquellos que hace un centenar de días están encerrados. El temor al contagio es fuerte, pero la libertad también lo es. Ambas variables luchan día a día.
Hubo movilizaciones en todo el país reclamando el final del encierro, a veces con consignas reales y, otras, politizadas.
Comercios y pequeñas y medianas industrias no aguantan otro mes sin facturación. Muchos han cerrado sus puertas definitivamente. Otros, esperan a que el presidente el próximo 17 de julio explique cómo seguimos, pero están al borde del precipicio.
La debacle generada por la pandemia tiene consecuencias impredecibles. El gobierno insiste en mantener a la gente en sus casas como único remedio sólido frente al virus. Pero la desobediencia social comienza a expresarse claramente. Muchos sectores deben salir a generar los medios para alimentarse diariamente.
Hay comercios abiertos que no son esenciales. Los intendentes no se atreven a cerrarlos. Cuando aparece la necesidad, las prohibiciones no tienen sentido.
El gobierno intenta paliar una situación dramática. La Casa de la Moneda trabaja las 24 hs del día en tres turnos. La emisión no se detiene. Igual, no alcanza a cubrir las necesidades.
Alberto Fernández hace equilibrio entre lo que los infectólogos le dicen y la realidad económica. Decidió una amplísima moratoria para personas y empresas castigadas duramente en estos últimos tiempos. La medida aún debe pasar por el Congreso de la Nación y abarca a casi todos.
La ayuda económica y social está al servicio de la salud de la población. El estado sigue pagando la mitad de los sueldos de la actividad pública y privada, estén trabajando, o no.
Hay subsidios para los que no poseen ningún ingreso y créditos blandos. Así, entre siglas como ATP e IFE. Los argentinos subsisten por el momento. Son paliativos, suelen llegar tarde, mal implementados por la improvisación de la crisis y siempre resultan insuficientes.
Se sabe que mientras hay funcionarios peleando para que los árboles no se caigan, hay otros dedicados, por orden del primer mandatario, a visualizar el bosque. Trabajan en un plan económico y social para la pospandemia.
Pero ocurre que nadie sabe, a ciencia cierta, cuando termina un período y comienza otro. ¿Habrá un día después o deberemos convivir con el virus hasta dentro de un año cuando haya una vacuna?
La viceministra de Salud, Carla Vizotti, dijo en una entrevista que la población debe saber que “hoy, cualquier resfrío es coronavirus, hasta que se demuestre lo contrario”. Después, intentó minimizar su frase e incluso decir que no dijo lo que dijo.
El ministro de Economía, Martín Guzmán presentó la última propuesta que el país realiza a los acreedores privados quienes ahora tienen la iniciativa de su lado y deben expresarse al respecto.
El presidente Alberto Fernández destacó que junto a “todos los gobernadores” estuvieron de acuerdo en que “había que preservar la salud y la vida de la gente antes que nada” frente a la pandemia de coronavirus.
En otro orden de cosas y en lo que parece haber sido claramente un hecho policial, un ex secretario privado de Néstor y Cristina Kirchner murió asesinado.
Un sector de la oposición intenta darle a esta muerte un “contenido político”. Juntos por el Cambio, la coalición que llevó al poder a Mauricio Macri, hizo pública una solicitada dejando claro sus sospechas “políticas” por el asesinato.
Inmediatamente el oficialismo reaccionó repudiando esa postura. Pero lo interesante es que dentro de los mismos integrantes de la coalición que gobernó la Argentina se desataron diferencias internas importantes.
Se nota un ala dura encabezada por Mauricio Macri y Patricia Bullrich y un ala negociadora que tiene a Horacio Rodríguez Larreta y a María Eugenia Vidal como a sus caras visibles.
Elisa Carió no coincide ni con unos ni con otros: ella y su partido “Coalición Cívica” están más cerca de la ruptura que del acompañamiento hacia alguno de esos dos sectores.
La Unión Cívica Radical, tercera pata de esa alianza, está en silencio.
Justamente, Mauricio Macri, complicado judicialmente en varias causas, una de ellas por espionaje, reapareció públicamente criticando al gobierno del Alberto Fernández por “la violación de las libertades individuales”.
El ex mandatario insistió, una vez más, como lo había hecho en la campaña electoral, que el país va directamente en viaje a ser Venezuela.
Las críticas de propios y extraños, no tardaron en llegar. Lo que quedó claro es que Mauricio Macri sigue en política y seguramente, en la búsqueda de mantener poder y de conseguir fueros, se presentará como candidato a legislador en 2021.
Lo cierto es que hoy hablar de elecciones a fines de 2021, parece un hecho descolgado del planeta.
La incertidumbre y el sacrificio de un pueblo es la realidad actual y, la única certeza es que si no es todos juntos, no hay chance alguna de salir.

