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Se conmemoró el Día Nacional de la Energía

En 1949 se instituyó al 14 de febrero como «Día Nacional del Agua y la Energía Eléctrica». Posteriormente la denominación Energía Eléctrica se cambió por Energía, en todas sus manifestaciones, transformándose así en el “Día Nacional de la Energía”.

La fecha invita a reflexionar sobre este recurso fundamental, que además nos plantea uno de los más grandes desafíos de nuestro tiempo: según estimaciones de la ONU, la energía es el factor que contribuye principalmente al cambio climático y representa alrededor del 60% de todas las emisiones mundiales de gases de efecto invernadero.

Así, en un mundo donde el 13% de la población aún no tiene acceso a servicios modernos de electricidad, el tan necesario acceso universal debe ser repensado en el marco de una inevitable transición hacia una matriz energética más limpia, para nosotros y para las futuras generaciones.

Si pensamos esa transición a nivel global, las energías renovables – lideradas por la solar –  cuadriplicaron su capacidad en la última década.

Además, en 2018 las energías renovables generaron el 12,9% de la electricidad mundial, evitando 2.000 millones de toneladas de emisiones de CO2  y recibiendo tres veces más apoyo financiero que los combustibles fósiles.

En nuestro país, durante los últimos cuatro años, el sector de las renovables tuvo un impulso sostenido que se tradujo en diferentes compromisos, tales como la firma del Protocolo de París, la Ley 27.191,  de producción de energía en gran escala basada en fuentes renovables y la Ley 27424, de Generación Distribuida.

A pesar de ello, debemos decir que nuestra matriz continúa siendo altamente dependiente del petróleo y gas: solo el 8% de la electricidad es generada a través de fuentes renovables en Argentina.

Sin embargo, el potencial de nuestro país es reconocido internacionalmente. Argentina se encuentra en el 11er lugar entre los mercados más atractivos para invertir en la producción de fuentes energéticas sustentables.

Hoy, el cuadro de situación que se nos ofrece, encuentra tanto a los analistas como a algunos referentes del sector más preocupados por la transición política que estamos atravesando, que por la propia transición energética en sí.

Hay temor de que el compás de espera inicial, con el freno de las inversiones a diferentes niveles y el control de cambios, se transforme en algo duradero. Quizás nuestro mayor desafío, ante el panorama complejo que nos toca sortear, sea cambiar la escala y comenzar a fomentar proyectos pequeños y medianos, que movilicen las economías regionales, que involucren a las PyMES y sean generadores de empleo de calidad y de ese know-how necesario para que las empresas, puedan seguir adelante y realizar nuevas obras.

En el mismo sentido, el financiamiento puede ser utilizado por el gobierno como herramienta para fomentar el consumo, siendo un incentivo para los usuarios dispuestos a pasarse a las renovables.

Tanto en Argentina como en el mundo la transición energética no tiene vuelta atrás y nos presenta la oportunidad de lograr un verdadero crecimiento y desarrollo sostenible.

Fuente: De Nuestra Redacción

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