Nacionales

Cabalgata, chacarera y asado: el agasajo de Patricia Bullrich a la secretaria de Segruridad de Donald Trump, sin motosierra en Campo de Mayo

Kristi Noem pasó una jornada de campo, que incluyó baile y vino de primera calidad; hubo conversaciones distendidas entre las delegaciones

LA NACIONCamila Dolabjian

Patricia Bullrich y Kristi Noem en Campo de Mayo
Patricia Bullrich y Kristi Noem en Campo de MayoAlex Brandon – AP

Apocas horas de haber firmado en la Casa Rosada el acuerdo que marca el inicio del proceso para que los argentinos puedan ingresar sin visa a Estados Unidos, la secretaria del Departamento de Seguridad estadounidense, Kristi Noem, vivió una escena muy distinta a la diplomacia de salón junto a la ministra Patricia Bullrich.

Ocurrió en la guarnición de Gendarmería en Campo de Mayo, donde el protocolo dejó paso a la carne asada, los bailes folclóricos y hasta una cabalgata criolla. La funcionaria, una figura clave del gabinete de Donald Trump, mostró su costado más informal durante una jornada que combinó política, tradición y algo de destreza ecuestre.

Patricia Bullrich y Kristi Noem en Campo de Mayo
Patricia Bullrich y Kristi Noem en Campo de Mayo

La visita comenzó al mediodía, con un cielo despejado y temperaturas suaves. Noem, que llegó con una comitiva abultada y prensa internacional, es nacida y criada en Dakota del Sur. Hija de un productor rural, creció en el rancho familiar, por lo que montar a caballo no representó ningún desafío. Más bien al contrario, eligió hacer una conferencia de prensa arriba de Abundancia, la yegua zaina que eligió para dar una vuelta con Patricia Bullrich, subida en Encarnación.

Noem interrumpió brevemente la conferencia de prensa para darle un terrón de azúcar. “Me daba miedo al principio esa actividad, pero vi videos y me di cuenta que tiene más experiencia que todos nosotros juntos”, comentó en voz baja un funcionario que la acompañó durante el paseo.

Luego de la cabalgata, Noem llegó al salón principal montada en otro caballo, esta vez blanco. Los invitados pasaron a una galería donde los esperaba una picada que no escatimó en sabores locales: salames, quesos de distintos tipos, aceitunas, pan de campo, una selección de yerbas mates y embutidos regionales. Fue allí donde comenzaron a distenderse aún más las conversaciones. Funcionarios de ambos países intercambiaron anécdotas de campo, mientras Noem elogiaba la organización y la hospitalidad del encuentro.

Baile en Campo de Mayo
Baile en Campo de Mayo

Pero el momento más festivo llegó con la música. Dos parejas de bailarines hicieron demostración de danzas folclóricas. Primero, una chacarera potente y alegre; después, una zamba más ceremonial. En medio de los aplausos, Noem se sumó al baile.

Asado y vino tinto

El almuerzo fue un asado completo. Primero alrededor de la parrilla, y luego dentro del casino, en una larga mesa de madera, los comensales compartieron chinchulines, riñones, morcilla, chorizos, vacío y costilla. La carne, cocida al punto justo, fue acompañada por papas al rescoldo, ensaladas y pan caliente. En las copas, vino tinto Don, de Escorihuela Gascón.

Cabalgata en Campo de Mayo
Cabalgata en Campo de Mayo

A lo largo de la jornada, Noem hizo referencia varias veces a su admiración por la ministra Bullrich y por el presidente Javier Milei. “El presidente Milei la ha empoderado absolutamente para hacer el trabajo que necesita hacer. Valoro su enfoque firme en temas de seguridad y fronteras”, expresó.

El paso de Kristi Noem por Campo de Mayo funcionó también como un mensaje político hacia adentro y hacia afuera. Para el gobierno argentino fue una señal de respaldo por parte de una funcionaria de peso de la administración Trump, que destacó explícitamente la política de seguridad de Milei y el rol protagónico de Bullrich.

Para Estados Unidos, en cambio, fue una oportunidad de afianzar una relación estratégica con un aliado clave en la región, como la Argentina, en momentos en que la cooperación en materia migratoria y criminal gana centralidad en la agenda bilateral.

Por Camila Dolabjian

Fuente: La Nación