A cuatro décadas de la firma del Tratado de Paz por el Beagle: los cincuenta minutos que sellaron un eterno conflicto limítrofe
El 29 de noviembre de 1984, en el Vaticano, las delegaciones diplomáticas de Argentina y Chile firmaron un documento en el que acordaban la paz por la controversia del canal del Beagle, que había llegado al borde de una guerra regional. La intervención del papa Juan Pablo II y el histórico acto que dejó atrás largos años de controversias por los límites fronterizos en el Cono Sur
Por: Adrián Pignatelli
A fines de 1978 nuestro país estuvo por ir a la guerra contra Chile. El diferendo por el Canal de Beagle dividió por décadas a los gobiernos de ambos países
Existió un general galés llamado Thomas Picton, quien murió en la batalla de Waterloo; también Mateo Estuardo, cuarto conde de Lennox, quien se destacó como líder católico de la nobleza escocesa en el siglo XVI, y un misionero inglés, Allen Gardiner, muerto de hambre en 1851 junto a otros colonos en Tierra del Fuego luego de intentar crear en una pequeña isla del canal un asentamiento llamado Nueva.
Los tres quedaron inmortalizados bien al sur de la América del Sur, a partir de que las islas pretendidas por Argentina y Chile.
Picton, Lennox y Nueva fueron el centro de un eterno conflicto limítrofe. Habitadas por siempre por los yaganes, la que tuvo más trascendencia fue Lennox, cuando por 1888 se descubrió oro, que se agotó a comienzos del siglo XX. La verdadera riqueza estaba en el mar.
El mediodía del jueves 29 de noviembre de 1984, en la Sala Regia de los Palacios Apostólicos, situada entre las capillas Sixtina y Paolina en el Vaticano se puso el punto final de uno de los mayores problemas limítrofes, la cuestión del Canal de Beagle.Uno de los primeros conflictos graves con que se encontró Juan Pablo II cuando comenzó su pontificado, fue mediar entre Argentina y Chile (EFE)
Para Juan Pablo II la solución al conflicto que hacía décadas enfrentaba a ambas naciones había sido solucionado hacía tiempo, cuando en 1978 se evitó una guerra entre los dos países.
Relaciones complicadas
El primer tratado celebrado con Chile fue el 20 de noviembre de 1826 y apuntaba a cuestiones de comercio, tránsito de ciudadanos y de un compromiso de asistencia si la independencia se viese comprometida. Hubo otro tratado de amistad más extenso, de 41 artículos, del 29 de abril de 1856.
La Patagonia entonces era una región inexplorada y, si bien Argentina la consideró siempre como propia, Chile pretendía las tierras al sur del río Negro hasta el Cabo de Hornos. En 1843 había fundado Fuerte Bulnes sobre el Estrecho de Magallanes.
En el pacto suscripto el 23 de julio de 1881, con un protocolo adicional firmado el 15 de septiembre de 1893, se establecieron distintos límites según las altas cumbres y divisorias de aguas y se definieron casi cinco mil kilómetros de frontera. Su artículo 3° señalaba que “en cuanto a las islas, pertenecerán a la República Argentina: la Isla de los Estados, los islotes próximamente inmediatos a ésta y las demás islas que haya sobre el Atlántico al oriente de Tierra del Fuego; y pertenecerán a Chile todas las islas al sur del Canal de Beagle hasta el Cabo de Hornos y las que haya al occidente de la Tierra del Fuego”. Las islas ubicadas al sur del Canal de Beagle eran chilenas. Pero la cuestión radicó en el trazado de ese canal. Chile sostuvo que corría entre la isla de Tierra del Fuego y las islas Picton y Nueva hasta el Cabo San Pío y Argentina que iba entre la isla Navarino y las islas Picton y Lennox.En su segunda presidencia, Roca decidió viajar al sur y encontrarse con su par chileno Errázuriz y así limar asperezas
La diferencia en el trazado del canal fue lo que originó el conflicto.
En los mapas que Chile publicó en los años siguientes figuró el trazado que pretendía y Argentina no lo cuestionó. En el artículo 2° del protocolo de 1893 quedó establecido en principio bioceánico, donde Argentina no podía pretender punto alguno hacia el Pacífico ni Chile hacia el Atlántico. Los Pactos de Mayo de 1902 incluyó la posibilidad de un arbitraje británico para dirimir los diferendos limítrofes.
Durante el gobierno peronista, se propuso dividir el canal al medio y someter a las islas a un arbitraje y en 1959 nuestro país quiso someter a discusión la soberanía de todas las islas al sur hasta el Cabo de Hornos, que fue rechazado por los chilenos.
En julio de 1971 ambos países -en base al Tratado General de Arbitraje firmado en Santiago de Chile el 28 de mayo de 1902- le solicitaron a Gran Bretaña la formación de una corte arbitral de cinco jueces en el ámbito de la Corte Internacional de Justicia para que estableciese los límites y así determinar la soberanía de estas tres islas.
Vientos de guerra
El dictamen de la comisión, integrada por un inglés, un norteamericano, un francés, un nigeriano y un sueco, fue conocido en 1977, y derrumbó la posición argentina. Nuestro país sostenía que los dos brazos en los que se divide en Canal de Beagle, se debía considerar como el principal el brazo que bordea a Picton para el trazado del límite, y no el Canal Moat, que corre entre las islas y Tierra del Fuego.Los presidentes de facto de Chile Augusto Pinochet y de Argentina Jorge Videla mantuvieron reuniones con sus respectivos equipos para encontrar una salida al conflicto (AP)
Entonces la comisión dictaminó que se respetarían los límites establecidos en el tratado de 1881, que favoreció la posición chilena, al marcar al Canal Moat como el límite.
El 19 de enero de 1978 los generales Videla y Pinochet y sus equipos conferenciaron en el aeropuerto de El Plumerillo en Mendoza, y las ocho horas en las que ellos y sus equipos estuvieron reunidos, no alcanzaron para ponerse de acuerdo sobre la cuestión del canal.
Si bien seis días después Argentina declaró nulo el laudo británico, el 20 de febrero ambos militares suscribieron el Acta de Puerto Montt pero, de nuevo, las negociaciones, a noviembre de 1978, no habían llegado a ningún lado.
En la Navidad de 1978 ambos países estuvieron a punto de ir a la guerra hasta que Juan Pablo II, quien había asumido su pontificado en octubre de ese año, aceptó ser el mediador luego de haberlo meditado largamente, tal como confesaría en 1985.El cardenal Antonio Samoré fue designado por el Sumo Pontífice para llegar a una solución definitiva
El Papa designó para la tarea al cardenal Antonio Samoré, un experto en América Latina. El religioso empezó su trabajo el 26 de diciembre de 1978. Se entrevistó primero con el general Videla y luego con los militares chilenos. Lo acompañaron en la tarea los nuncios de Chile y Argentina, Angelo Sodano y Pío Laghi. Su frase “veo una lucecita de esperanza al final del túnel”, fue su forma de decir que había cómo evitar una guerra. Nuestro país frenó el “Operativo Soberanía” (puesto en marcha la noche del 21 de diciembre) y las naves de guerra, que se dirigían a la zona en cuestión, volvieron a los puertos argentinos.
Dos semanas después de iniciar su tarea, los ministros de relaciones exteriores de los dos países suscribieron el 8 de enero de 1979 el Acta de Montevideo, en la que se solicitaba formalmente la mediación de la Santa Sede.
El 4 de mayo de 1979 fue la primera reunión de ambas partes en el Vaticano. El 12 de diciembre de 1980 Juan Pablo II entregó su proposición de paz, que Chile aceptó tres semanas después pero que fue objetada por Argentina. Se reconocía a Chile la soberanía sobre las islas y 12 millas de mar, y a Argentina la jurisdicción marítima desde allí hasta las 200 millas. Dentro de esa zona del Atlántico, propuso la creación de un espacio de unos 118 mil kilómetros cuadrados llamado “Zona de Actividades Comunes o Concertadas”. Argentina rechazó este punto al considerar que los puntos de ese área eran imprecisos.
El 19 de enero de 1982 nuestro país denunció unilateralmente el tratado suscripto en 1972 y el 23 de abril el Papa hizo un nuevo llamamiento, en base a la propuesta de 1980. En septiembre los dos países prorrogaron el Tratado General de Solución Pacífica de Controversias.El canciller Dante Caputo recibió el mandato del presidente Raúl Alfonsín de ponerle un punto final a la cuestión de límites con Chile
De ahí en más se multiplicaron las reuniones entre el cardenal y el Sumo Pontífice en la Casina Pío IV, un edificio construido en 1558 dentro del Vaticano, donde Juan Pablo II era informado del curso de las negociaciones. Estas reuniones no se interrumpieron incluso cuando Juan Pablo II estuvo internado en el Hospital Gemelli en julio de 1981.
Cuando en diciembre de 1983 asumió la presidencia Raúl Alfonsín, propuso darle un cierre final a la cuestión e instruyó al canciller Dante Caputo en ese sentido. Con su par chileno y los equipos de ambas partes se enfrascaron en discusiones y negociaciones. En julio de 1984, el gobierno anunció la decisión de llamar a una consulta popular.
El 4 de octubre de 1984 se comunicó que las partes habían llegado a un acuerdo y el cardenal Agostino Casaroli fue el que presidió el 18 de octubre la firma del acuerdo entre el argentino Marcelo Delpech y el chileno Ernesto Videla. “Representa el resultado de los esfuerzos de buena voluntad y de sabiduría y prudencia política de los países interesados”, señaló el prelado.En noviembre de 1984 hubo una consulta popular para conocer qué pensaba el pueblo argentino del acuerdo con Chile. El “Si” ganó en forma abrumadora
Los detalles del acuerdo
El tratado delimitó las fronteras en 232 mil kilómetros cuadrados de espacios terrestres y marítimos. Fueron para Chile una docena de islas e islotes y estableció la división meridional por el Cabo de Hornos, vieja pretensión de nuestro país. Además, limitó la expansión marítima chilena en el Atlántico, se determinó los límites en la boca oriental del Estrecho de Magallanes y se establecieron las condiciones de navegación en la zona en conflicto.
El 25 de noviembre se celebró una consulta popular en Argentina, donde los resultados fueron contundentes. Sobre casi 13 millones de votos, más de 10 se inclinaron por el “si”. Diez días antes hubo un memorable debate televisivo entre el canciller Caputo y el senador peronista Vicente Saadi, opositor al acuerdo.
Ese 29 de noviembre el gran ausente fue el que se había puesto la mediación al hombro. El cardenal Samoré no pudo ver completada su labor ya que murió de un infarto el 3 de febrero de 1983. Lo sucedió monseñor Gabriel Montalvo Higuera, un colombiano que se desempeñó en diversas nunciaturas apostólicas, y fue asistido por monseñor Faustino Sainz Muñoz.Momento de la firma ese jueves 29 de noviembre de 1984, en el Vaticano
Los cancilleres Dante Caputo -sentado a la derecha de Casaroli- y Jaime del Valle firmaron las copias del tratado, al que habían inicialado el mes anterior. Lo hicieron con plumas de ganso con los colores de la Santa Sede. Rubricaron dos copias, una en tapa roja, que era la chilena y la otra en azul, la argentina.
Al día siguiente al mediodía, el Papa recibió por separado a ambas delegaciones, primero a la chilena y luego a la argentina y por último a las dos juntas.
El 28 de diciembre la Cámara de Diputados le dio media sanción al acuerdo con 127 votos a favor del radicalismo, intransigentes, bloquistas sanjuaninos, populares neuquinos y jujeños, contra 73 de la oposición, mayoritariamente peronista. El 14 de marzo de 1985 el Senado lo convirtió en la ley 23172 por 23 votos a favor, 22 en contra y una abstención.
El 2 de mayo de ese año fue el acto final en el Vaticano de la ratificación del tratado, con la presencia del Papa, quien nunca se habrá olvidado de la difícil misión de terminar con una disputa terrenal que había acercado a ambos países a las puertas del infierno.
Fuente: Infobae