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Bolivia: Un ejemplo en la industrialización del gas natural

Ya no está en el gobierno, pero hay cambios que no tienen marcha atrás. Con la nacionalización de los hidrocarburos y la mayor captación de su renta, la gestión de Evo Morales inició un revolucionario proceso de mejora sostenida en la calidad de vida de la población, la erradicación de la pobreza y la industrialización del gas natural.

La nacionalización de 2006 revirtió una relación desigual en la que el porcentaje de la renta pasó del 18% al 82% para el Estado boliviano y del 82% al 18% para las productoras.

Las amenazas de desplome de las inversiones y estampida empresarial no solo no se verificaron, sino que superó ampliamente al período neoliberal.

El Estado Plurinacional de Bolivia obtuvo ingresos en concepto de renta hidrocarburífera entre 2006 y junio de 2019 por 38.598 millones de dólares resultado de la comercialización de hidrocarburos y las actividades realizadas en el sector.

Las regalías crecieron exponencialmente, derramando recursos a lo largo y ancho del país. Dichos ingresos, reinvertidos en buena medida, se volcaron masivamente al desarrollo de infraestructura, la industrialización del gas, las nueve gobernaciones, los 339 municipios y a las universidades públicas del país.

La captación de renta por parte del Estado permitió además planificar las inversiones en función de un inédito programa de desarrollo socioeconómico del pueblo boliviano.

La industrialización del gas está transformando el mapa económico y productivo de Bolivia, pues se está logrando dejar atrás un país tradicionalmente exportador de materias primas para pasar a ser una nación exportadora de hidrocarburos con valor agregado y productos petroquímicos.

La captación de renta, incluyendo lo generado por las exportaciones, se vuelca mayormente a la construcción de más infraestructura y beneficios sociales para los nueve departamentos del país.

Parte de las inversiones se orientaron a las actividades del upstream con el objeto de incrementar las reservas y los niveles de producción.

Paralelamente, se dio inicio a la agregación de valor (industrialización) del gas natural con las plantas de Separación de Líquidos Río Grande y Carlos Villegas y la planta de Amoníaco y Urea, además de otros importantes proyectos relacionados a los sectores transporte, refinación y almacenaje para el abastecimiento del mercado interno.

Otro de los beneficios que serán realidad en el corto plazo es la revolución en el agro, provocada por la producción de urea y demás fertilizantes, contribuyendo así a la seguridad alimentaria, a la ampliación de la frontera agrícola y al mejoramiento del rendimiento de los cultivos a lo largo y ancho de Bolivia.

Hay que recordar siempre, que el proceso de nacionalización de los hidrocarburos cobró legitimidad en octubre de 2003, cuando el pueblo movilizado se opuso a la exportación del gas natural (Proyecto Pacific LNG) por puertos de ultramar, reclamó su industrialización y aprovechamiento interno bajo el lema de “el gas primero para los bolivianos”.

Asimismo, es importante recordar también que parte de la estrategia de Sánchez de Lozada pasaba por la privatización de YPFB -que para comienzos del nuevo siglo languidecía-, todo en el marco de una Ley de Hidrocarburos (1996) elaborada lisa y llanamente por las empresas extranjeras.

El primer paso de la nacionalización fue la promulgación del Decreto “Héroes del Chaco” de mayo de 2006 y la gestión, fugaz pero medular, del primer Ministro de Hidrocarburos de la gestión Morales, Andrés Soliz Rada.

En su libro publicado en 2015 titulado “Controversias de la Izquierda Nacional. De Alfredo Ovando a Evo Morales”, Soliz Rada traía a colación el programa energético de la Izquierda Nacional de principios de la década del setenta, programa ejecutado por Morales en sus propuestas cardinales: “No exportar gas húmedo, del que son extraídos los líquidos que debían servir para la petroquímica nacional.

El primer error de no instalar una planta separadora de líquidos fue cometido por Banzer, en 1972, con la venta de gas a la Argentina.

El segundo por Gonzalo Sánchez de Lozada, en 1974, con la venta de gas a Brasil. Solo el gobierno de Evo Morales comenzó a construir plantas separadoras de líquidos en Río Grande, en Santa Cruz, y el Chaco tarijeño”.

La ejecución de una política energética soberana, nacional y democrática -y que se vale de la participación de empresas y capitales extranjeros- multiplicó la renta, las inversiones, las regalías, capitalizó e industrializó Bolivia como nunca en su historia, internacionalizando su producción y generando importantísimos ingresos por exportaciones con valor agregado.

Fuente: De Nuestra Redacción

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