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7 días de política: coronavirus y campaña

Alberto Fernández se ha vuelto un equilibrista. No logra moverse un milímetro a cada uno de los costados sobre la soga que lo sostiene, pero sabe que tampoco puede mantenerse quieto: debe avanzar. No hay subsistencia ni proyecto para pasivos: la pandemia y la economía finalmente le ganarían la batalla.

A dos meses de asumir, cuando aún no se lograba acomodar en su sillón presidencial de la Casa de Gobierno, el coronavirus hizo estragos en la Argentina y el mundo. Y aún no solo perdura, sino que crece.

En ese lapso murieron en el país 76 argentinos y más de tres millones y medio padecieron la enfermedad.

Al menos 5000 vidas se salvaron en el país gracias a las ansiadas vacunas contra el Covid. El problema es que hay que conseguirlas.

 “La cantidad de casos y de personas fallecidas que tenemos es un desastre; esto lo vemos y es lo primero que hay que aclarar; pero es importante poder visualizar la importancia de las vacunas en vidas”, explicó un conocido investigador nacional.

A lo largo de toda la pandemia del coronavirus, una de las discusiones que más frecuente se hizo ante cada restricción que impuso el Gobierno, fue la disyuntiva entre salud o economía. Una encuesta preguntó qué prefiere la gente.

El 46% de los más de 1.000 encuestados considera que debe priorizarse la prevención del colapso del sistema de salud, mientras que el 44% considera que el gobierno debe priorizar la apertura a fin de activar la economía. Muy parejo.

Desde las altas esferas se insiste en las medidas de prevención sanitaria y la apertura y cierre según sea el caso. Pero hay incumplimiento, un poco provocado por el hartazgo y otro poco por la economía que no repunta y la inflación que sí lo hace.

El gobierno nacional está convencido que aquí no hay soluciones mágicas: hay que conseguir vacunas y mientras van llegando evitar que la gente se mueva para que el virus se propague. Una fórmula nada nueva, pero efectiva: la usaba el hombre hace miles de años.

Esta semana  llegaron al país dosis de vacunas  AstraZeneca pertenecientes a un contrato cuyo cumplimiento se encontraba demorado. Existe una promesa de que a partir de ahora los arribos de estos inoculantes serán continuos.

También aterrizaron dos vuelos con vacunas rusas Sputnik y otros dos con más dosis de AstraZeneca, provenientes del fondo COVAX. El caudal de vacunas disponibles ilusiona a las provincias, que son las encargadas de organizar la campaña, de avanzar rápidamente con la inmunización de sus grupos de riesgo.

Pero también les genera un desafío que hasta ahora no habían enfrentado por la escasez de dosis: que no se genere un cuello de botella en la asignación de turnos y posterior aplicación de las vacunas.

Desde que comenzó la campaña de vacunación -diciembre- hasta el momento, llegaron a la Argentina 15.483.345 dosis de distintos laboratorios. Se aplicaron 11.503.476, lo que significa que hay 3.979.869 inyecciones disponibles.

Los efectos en la población y en la economía argentina son devastadores y solo podrán ser cuantificados cuando esta pesadilla termine.

Se sabe, al momento, que la pandemia arrasó con las fuentes de trabajo, pero también deterioró la calidad de vida de quienes lo preservaron.

En 2020, casi un tercio de los trabajadores se encontraron en situación de pobreza. Los más impactados fueron los empleados con trabajos marginales, quienes residen en el conurbano y las mujeres. Es que más de la mitad de los ocupados se desempeñan en la informalidad, y en los últimos tres años un trabajador perdió 18,8% de poder de compra.

“Un trabajador pobre es una contradicción en sus términos. Existe la idea de que, si trabajas, no sos pobre, lo cual en Argentina no ocurre”, aseguró uno de los autores del estudio “Efectos de la Pandemia sobre la dinámica del trabajo en la Argentina Urbana”.

“Hay un fenómeno estructural de entre 15-20% de trabajadores que son pobres, pero desde 2017 comienza a agravarse. Por la inflación y la pérdida de capacidad de compra, hay un nuevo fenómeno, y es que cada vez es mayor la incidencia de trabajadores formales que son pobres”, detalló el investigador.

De política, poco. Es un año electoral pero la lucha entre la vida y la muerte hace que sean pocos los arriesgados a mostrar sus ambiciones para las Primarias de septiembre y las Generales de Noviembre.

La oposición habla de unirse toda y realizar una elección interna para finalmente que de allí salgan sus candidatos que enfrenten al kirchnerismo gobernante.

El oficialismo no dice una palabra.

En el macrismo se ve a dos grupos claramente enfrentados y con ambiciones de poder: uno lo compone el ex presidente Mauricio Macri y su ex ministra Patricia Bullrich. Se sienten cómodos en la crítica al poder de turno y creen que “cuanto más se los castigue”, más crecen.

El otro grupo, también macrista, lo encabezan el alcalde de la ciudad de Buenos Aires, Horacio Rodríguez Larreta y la ex funcionaria provincial, María Eugenia Vidal. Poseen características más dialoguistas y actitudes pacíficas. Consideran que la Argentina está muy golpeada como para seguir haciéndolo a través del discurso proselitista.

Ambos grupos tienen una convicción: el que gane las elecciones legislativas de noviembre de 2001 será quien elija al candidato a presidente en 2003. “Este año se juega el futuro”, suelen decir.

Parece lógico. Pero la política argentina es muy cambiante y suele darnos grandes sorpresas tanto en el corto, en el mediano y el largo plazo.

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